“Qué más quisiera que pasar la vida entera, como estudiante el día de la primavera, siempre viajando en un asiento de primera”
Todos cantamos a Calamaro, porque Calamaro es grande. Al menos a mi me gusta. Y la canción sonó santísimas veces en la radio… Bien. A decir verdad siempre me detuve más en la parte final de “una princesa vampiro que me mira (y respira)” pero la partecita aquella del estudiante, el asiento y la primavera quedaba también como una extremidad inservible y difusa dentro de la letra. Casi un arjonismo, lo que es, pues, terrorífico.
Pero no, Calamaro no cae tan bajo. Y siendo día de la primavera, el misterio finalmente ha sido develado.
Resulta que aquí, como le repetía Susanita a Mafalda. La gente no quiere trabajar. Y resulta que otro de sus feriados es el día de la primavera. Pero no por primavera, sino por ser “el día del estudiante”. El 21 de Septiembre no hay clases en este país. Ni en las escuelas, ni en las universidades. Más aún, resulta que es una tradición masiva, pueblerina y elitista (una de esas pocas que escinden la reacia corteza social) ir con los amigos al parque a emborracharse. Así que, si ud. viene a Bs. As. el día de la primavera, le recomiendo que utilice ese día en particular para visitar los museos, galerías de arte, cafés y teatros. Es decir, los lugares a los que ningún escolar de esta ciudad va. Evite, por otro lado, cualquier lugar que empiece con alguna de las palabras “bosque”, “jardín” o “parque” (incluso el “aeroparque”) y particularmente no se adentre en ese bellísimo lugar llamado “el rosedal” (a menos que quiera ver falsazos de traseros blancos moviéndose torpemente entre los arbustos).
Resuelta la duda, aunque quedaría pendiente el tema del “asiento de primera”. Lo que es, yo viajo con una mochila muy grande y un fólder 35.50 en micro a las 6 de la tarde y nunca nadie me dio el sitio.